Cánovas : 26
Cánovas Capítulo XXVI de Benito Pérez Galdós La nieve que blanqueaba el cabello de la viuda de Halconero no era estorbo de su belleza, que se defendía bravamente contra la edad, frisante ya en los cincuenta años si no fallan mis cómputos cronológicos. Apenas me vio en la calle, honrome Lucila con expresivo saludo, presentándome incontinenti al clérigo, mocetón elegante, limpio, y cumplido galán por su melosa cortesía. «El Padre Garrido -dijo La Celtíbera en la ceremonia de la presentación-. Don Proteo Liviano...». Al pronunciar Lucila mi nombre se arrancó el jesuita con estas hiperbólicas alabanzas: «¡Ah, el señor Liviano! Mucho gusto en verle. Ya le conocía y le admiraba como historiógrafo eminente. Yo también soy aficionado a la Historia, y en el nuevo Colegio de Chamartín tendré a mi cargo esa importante asignatura. Mi ciencia es corta; pero supliré la escasez de conocimientos con mi firmeza de voluntad, imitando en lo posible al maestro que me...
Está viendo el 13% del contenido de este artículo.
Solicite el acceso a su biblioteca para poder consultar nuestros recursos electrónicos.
Ventajas de ser usuario registrado.
Acceso sin restricciones a todo el contenido de la obra.
Sólo información contrastada de prestigiosos sellos editoriales.
Contenidos de renombrados autores y actualizaciones diarias.
La nueva plataforma del Consorcio ofrece una experiencia de búsqueda de fácil manejo y de gran usabilidad. Contiene funciones únicas que permiten navegar y realizar consultas de manera ágil y dinámica.
Convenios especiales: Enseñanza Bibliotecas públicas