Bases antárticas de España
España en la Antártida España firmó su adhesión al Tratado Antártico el 26 de junio de 1982 y en 1986, tras realizar importantes trabajos científicos se le concedió voz, pero no voto. Para poder convertirse en miembro de pleno derecho tuvo que mostrar su interés en la Antártida mediante la realización de investigaciones científicas transcendentes. El reconocimiento a estos trabajos le llegó a España junto con Suecia, el 23 de septiembre de 1988, en París durante la Conferencia Internacional del Tratado de la Antártida. Le fue reconocido el derecho de voto, como miembro consultivo del Tratado y, a partir de entonces puede participar en la mesa de negociaciones. El 24 de julio de 1990 fue admitida como miembro de pleno derecho en el Comité Científico de Investigaciones sobre la Antártida (SCAR) por su activa participación en los estudios realizados en ese continente lo que le da derecho a voz y voto. Con ello, se ha consolidado la actividad investigadora antártica que realizaban diferentes grupos científicos españoles en colaboración con países miembros del Tratado Antártico. En abril de 1991 Madrid fue sede de la XI reunión consultiva especial en la que se elaboraron cuatro documentos sobre protección de la flora y fauna, eliminación de residuos, vertidos marinos y población e impacto medioambiental. El documento, centrado en la idea de proteger la Antártida de la explotación mineral durante 50 años, recoge los principios reguladores de toda actividad humana en la zona, incluida la científica, y establece la responsabilidad de los países ante posibles perjuicios al medio ambiente. España aporta el buques Hespérides y el remolcador Las Palmas y dos bases, la Juan Carlos I y la Gabriel de Castilla situadas en las islas Livinston y Decepción. El llamado continente blanco fue descubierto por el almirante Gabriel de Castilla en 1603 tras salir del puerto de Valparaíso, llegó hasta los 64 grados sur arrastrado por fuertes vientos y corrientes marinas, avistando lo que hoy se conoce como islas Shetland del Sur, próximas a la península Atlántida. La investigación antártica la inició M. Puigcerver en 1957 seguida por A. Ballester en 1966. En la década de los sesenta, la Asociación Pro Antártida (APA) editó trimestralmente el boletín "Antártida". Pero hasta que España se adhirió al Tratado Antártico, en 1982, no comenzó a existir un movimiento medianamente organizado. El proyecto científico de la asociación España en la Atlántida en la goleta "Idus de Marzo", durante 1983 fue la primera experiencia, aunque no pudo desarrollarse debidamente. Más tarde se registraron varios proyectos más de investigación, como el llevado a cabo en el verano austral de 1985 (enero y febrero) por el equipo de Antonio Ballester, del CSIC, en el Mar de Weddell. Otro fue el de Carlos Palomo, del Instituto Español de Oceanografía, sobre la plataforma continental atlántica, también en el verano austral de 1985.
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