XIV. El otro manco que hay en Madrid
POR entonces ocurre ese accidente lamentable que había de reportarle su personal y guiñolesca manquedad. Al atardecer de un día canicular hay un grupo que charla en el viejo café de la Montaña. Están reunidos Valle-Inclán, Paco Sancha, Martínez Sierra, Ruiz Castillo, Manuel Bueno y otros muchos. Se habla de todo un poco. De pronto recae la conversación en un punto palpitante en el seno de aquella tertulia. Noches atrás, bajando la Castellana, el artista portugués Leal da Cámara sostuvo una violenta discusión con un joven aristócrata andaluz, en torno al valor personal de lusitanos y españoles. La discusión llegó a tales extremos que concluyó con el clásico intercambio de tarjetas. El duelo estaba pendiente y atraía la expectación de la tertulia del café de la Montaña. Valle-Inclán, Sancha y Ruiz Castillo echan su cuarto a espadas. El primero grita más que nadie. Menudean las alusiones al marqués de Cabriñana. Manuel Bueno, que ha permanecido en silencio...
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