X. Años decisivos
UNA vez que don Pío Baroja puso fin a sus devaneos políticos, se encerró en su casa a trabajar. Baroja visto por el caricaturista Echea. A lo largo de toda su vida la tarea de escritor, de novelista, no representó para él únicamente el oficio, sino también la evasión y la pasión que siempre le hacía volver a sí mismo, a encerrarse en su caparazón. Como a Baroja, como buen donostiarra, siempre le había tentado el mar, con su aventura apasionante y el rescoldo y el recuerdo de viejos negreros de otro tiempo, concibió durante la primavera de 1911 una serie novelesca que iba a inaugurar con Las inquietudes de Shanti Andía, pretendidas memorias de un marino mercante, escritas en un pueblo marinero a la declinante de la vejez y el retiro. Sobre esta novela Baroja nos explica: «Los datos auténticos sobre los negreros de este libro me los dieron viejos marinos que vivían todavía retirados en San Sebastián hacia 1896 ó 97. Uno de ellos se llamaba de apellido Irribari;...
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