Un, dos, tres, ¡rock!

La intuición de un «discjockey»

El Rock and rol! nació a principios de los años cincuenta en los Estados Unidos. El hombre que dio con la palabra justa para definir los nuevos ritmos que por entonces empezaban a hacer furor entre los jóvenes fue un discjockey de Cleveland llamado Alan Freed, a quien un amigo, dueño de una tienda de discos, le había comentado el interés con que los jóvenes blancos compraban canciones del más puro rhythim and blues negro. Era una noticia curiosa, porque hasta ese momento las diferencias raciales delimitaban los distintos tipos de música e incluso existían diferentes listas de éxitos para cada comunidad y estilo. Mientras los jóvenes blancos bailaban al son de las románticas composiciones de clásicos como Berlín o Gershwin, o de las suaves melodías de crooners como Frank Sinatra, Vic Damone o Perry Como, los chicos negros de su generación, bastante más pecaminosos, hacían mucho más ejercicio con cantantes como Louis Jordán, Fats Domino, Joe Tumer o John Lee Hooker, englobados todos en lo que despectivamente se llamaba race music o también rhythm and blues: bases rítmicas fuertes, descarada incitación al baile y letras directas en las que no se andaba con tapujos a la hora de tratar la cuestión del sexo. Fueron precisamente dos de las palabras que más empleaban en su jerga estos músicos, rock y roll, las que Freed utilizó para bautizar este nuevo estilo de música.

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