Superchería: 05
Capítulo V 05 Pág. 05 de 10 Superchería Leopoldo Alas Mientras iban Serrano, Antoñito su primo y algunos amigos y colegas de este desde la fonda (adonde había vuelto Nicolás a mudar de ropa) a casa del Sr. Mijares, el filósofo pensaba: -¡Qué pariente tan lejano es este pariente mío! Quería decirse: -¡Cuán lejos está su carácter del mío, su pensamiento del mío! En efecto: Antonio Alcázar había tomado el mundo en una síntesis de alegría. No lo pensaba él en estos términos, pero así era. No por ser propio de la edad, sino porque él era, había sido y sería siempre así: consideraba la vida como una cosa que se chupa, se chupa, hasta que ya no tiene más jugo. Cuando por un lado ya no había más que chupar, a otra cosa. Lo que se llamaba románticamente la ingratitud, no era más que el quedarse una cosa seca, sin pizca de jugo, y el ir a aplicar los labios a otra, sin pensar más en la agotada. ¡Era esto tan natural! Sobre todo, él lo hacía...
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