Romance amoroso a una dama
Romance amoroso a una dama de Pedro Calderón de la Barca ¿No me conocéis, serranos? Yo soy el pastor de Filis, cera a su pecho de acero, esclavo a sus ojos libres. Huésped en vuestras riberas, oponer de amor me visteis a las armas vencedoras resistencias invencibles. Mas ¡ay! yo muerto, serranos; ¡ay, amor, ya me venciste!; los incendios de mis hielos tus poderes acrediten. Para matarme tus ojos, Filis, el amor elige; que a mayores vencimientos bastan los rayos que viste. A cuyo imperio süave, a cuya fuerza apacible no hay libertad que se exente, no hay exención que se libre. A tu beldad las beldades desconocidas se rinden, desde las que el Tetis beben, hasta las que el Ganges viven. Cuyo nombre el Gata ufano gloria le da más felice que sus arenas al Tajo, que sus imperios al Tíber. En tu alabanza mi efecto, entre efectos imposibles epiciclos fatigara; mas temo que espumas pise. Retírase, pues, cobarde, y tanta empresa remite,...
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