O'Donnell : 26
O'Donnell Capítulo XXVI de Benito Pérez Galdós En el templo más hermoso y venerado no entraría Teresa con más respeto que entró en la humilde casa de Virginia. Desnudas paredes vio, muebles viejos en buen uso, cama, cómoda, cuna, en todo una pobreza decorosamente conllevada, y un vivir modesto y sin afanes. Allí no había nada bello ni superfluo; nada tampoco que indicase la penuria angustiosa, la inquietud del día siguiente. La mano hacendosa se veía en todas partes, y cierta entonación alegre de las cosas, en conformidad con la claridad de la estancia. Virginia, después de mostrar el chiquillo a Teresa, dormido ya, y de dársele a besar, le acostó en la cuna. En un sofá de Vitoria con colchoneta de percal encarnado, se sentaron las dos. El sol penetraba en el aposento, dando a los objetos vigoroso colorido. «Mi casa es pobre -fue lo primero que dijo Virginia-; ¿pero verdad que es alegre, muy alegre? -Ya lo creo: más que la mía... -afirmó Teresa,...
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