Miguel Strogoff: Segunda Parte: Capítulo V
¡Abre bien los ojos! ¡Ábrelos! Miguel Strogoff, con las manos atadas, era mantenido frente al trono del Emir, al pie de la terraza. Su madre, vencida al fin por tantas torturas físicas y morales, se había desplomado, no osando mirar ni escuchar nada. «¡Abre bien los ojos! ¡Ábrelos!», había dicho Féofar-Khan, tendiendo el amenazador dedo hacia Miguel Strogoff. Sin duda, Ivan Ogareff, que estaba al corriente de las costumbres tártaras, había comprendido el significado de aquellas palabras, porque sus labios se habían abierto durante un instante con una cruel sonrisa. Después, había ido a situarse tras Féofar-Khan. Un toque de trompetas se dejó oír enseguida. Era la señal de que comenzaba el espectáculo. - ¡He aquí el ballet! -dijo Alcide Jolivet a Harry Blount-, pero contrariamente a todas las costumbres, estos bárbaros lo dan antes del drama. Miguel Strogoff tenía la orden de mirar y miro. Una nube de bailarinas irrumpió entonces en la plaza y empezaron a...
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