Los tres mosqueteros: Capítulo XXIII
Los tres mosqueterosLa cita de Alejandro Dumas (padre) D'Artagnan volvió a su casa a todo correr, y aunque eran más de las tres de la mañana y aunque tuvo que atravesar los peores barrios de Paris, no tuvo ningún mal encuentro. Ya se sabe que hay un dios que vela por los borrachos y los enamorados. Encontró la puerta de su casa entreabierta, subió su escalera, y llamó suavemente y de una forma convenida entre él y su lacayo. Planchet, a quien dos horas antes había enviado del palacio del Ayuntamiento recomendándole que lo esperase, vino a abrirle la puerta. -¿Alguien ha traído una carta para mî? - preguntó vivamente D'Artagnan. -Nadie ha traído ninguna carta, señor - respondió Planchet ; pero hay una que ha venido totalmente sola. -¿Qué quieres decir, imbécil? -Quiero decir que al volver, aunque tenía la llave de vuestra casa en mi bolsillo y aunque esa llave no me haya abandonado, he encontrado una carta sobre el tapiz verde de la mesa, en vuestro...
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