Los tres mosqueteros: Capítulo LIII
Los tres mosqueterosSegunda jornada de cautividad de Alejandro Dumas (padre) Milady soñaba que por fin tenía a D'Artagnan, que asistía a su suplicio, y era la vista de su sangre odiosa corriendo bajo el hacha del verdugo lo que dibujaba aquella encantadora sonrisa sobre sus labios. Dormía como duerme un prisionero acunado por su primera esperanza. Al día siguiente, cuando entraron en su cuarto, estaba todavía en su cama. Felton estaba en el corredor: traía la mujer de que había hablado la víspera y que acababa de llegar; esta mujer entró y se aproximó a la cama de Milady ofreciéndole sus servicios. Milady era habitualmente pálida; su tez podia, pues, equivocar a una persona que la viera por primera vez. -Tengo fiebre - dijo ella ; no he dormido un solo instante durante toda esta larga noche, sufro horriblemente; ¿seréis vos más humana de lo que fueron ayer conmigo? -¿Queréis que llame a un médico? - dijo la mujer. Felton escuchaba este diálogo sin decir...
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