Los duendes de la camarilla : 30
Los duendes de la camarilla Capítulo XXX de Benito Pérez Galdós El efecto que causó en el alma de Lucila la noticia, dada por Antolín de Pablo, de que Halconero llegaba, lo más tarde, al cabo de dos días, fue de verdadera consternación. ¿Por qué volvía? ¿No era mejor que se quedase por allá?... La prometida esposa se conturbaba con la idea de verle, y metiendo su exploradora mano en el corazón, tocaba frialdad, aborrecimiento. Del anunciado regreso de D. Vicente la consolaba la idea y presunción de que a su llegada hubiese un poco de cataclismo. A su padre, que a verla iba diariamente, le dio un interesantísimo encargo: «¿No tiene usted conocimientos en el Ministerio de la Guerra? ¿No conoce a un cabo que está en las oficinas?... ¿Sí? Pues averígüeme... ello es muy fácil, padre, y hasta los gatos del Ministerio deben saberlo... averígüeme cuándo sale el General Prim para Puerto Rico.» -Va de Capitán General; le embarcan porque se pasa de...
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