Los duendes de la camarilla : 12
Los duendes de la camarilla Capítulo XII de Benito Pérez Galdós Ganando fuerzas y cobrando ánimos en su lenta reparación, gracias a los cuidados y al cariño de Lucila, que así le proveía de alimentos como de esperanzas, el Capitán parecía otro en los últimos días de Febrero. El renacimiento moral iba delante del físico; a medida que entraban en la zahúrda las comodidades y el buen vivir, se iba marchando la tristeza, y con las seguridades que llevaba la moza de que ya no debían temer acecho de polizontes, recobraba Gracián toda la gallardía de su persona. Una serena y tibia noche, después de cenar, sentáronse los dos en el ventanón, y abrieron los cristales para contemplar el cielo y los términos lejanos que a la claridad de la luna desde aquellas alturas se distinguían. Ya Lucila, sin desmentir su modestia, se vestía y arreglaba esmeradamente con lo que le daba la cerera, y Tomín, por no ser menos, gustaba de componerse, para que ella viéndole se...
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