Los Cien Mil Hijos de San Luis : 36
Los Cien Mil Hijos de San Luis : 36 de Benito Pérez Galdós Faltaba la solución mía. Mi corazón estaba como el reo cuya sentencia no se ha escrito todavía. El 1.º de Octubre por la tarde y el día 2 hice diligencias sin fruto, no siéndome posible ver a Sáez ni a Montguyon, a quien envié frecuentes y apremiantes recados. Ninguna noticia pude adquirir tampoco de los prisioneros. Creo que me hubiera repetido el ataque cerebral que padecí en Sevilla, si en el momento de mi mayor desesperación no apareciese mi generoso galán francés a devolverme la vida. Estaba pálido y parecía muy agitado. -Vengo de Cádiz -me dijo-. Dispénseme usted si no he podido servirla más pronto. -¿Y qué hay? -pregunté con la vida toda en suspenso. -Deme usted su mano -dijo Montguyon ceremoniosamente. Se la di y la besó con amor. -Ahora, señora, todo ha acabado entre nosotros. Mi deber...
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