Los Cien Mil Hijos de San Luis : 28
Los Cien Mil Hijos de San Luis : 28 de Benito Pérez Galdós Mucho me irritó la orden del señor Deán, que sin duda no esperaba a una persona amada, y entré en la iglesia consolándome de aquel percance con la idea de que en edificio tan vasto no faltarían puertas por donde salir. Pasamos al otro lado; pero en la puerta que da a la plaza de la Lonja, otro ratón de iglesia me salió al encuentro después de echar los pesados cerrojos, y también me dijo: -De orden del señor Deán. -¡Malditos sean todos los deanes! -exclamé para mí, dirigiéndome a la puerta que da a la fachada. Allí, un viejo con gafas, sotana y sobrepelliz, se restregaba las manos gruñendo estas palabras: -Ahora, ahora va a ser ella. Señores liberales, nos veremos las caras. Yo fui derecha a levantar el picaporte; pero también aquella puerta estaba cerrada y el sacristán viejo al ver mi cólera que no...
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