Los Ayacuchos : 18
Los Ayacuchos Capítulo XVIII de Benito Pérez Galdós Del mismo a la misma La Bastida, Junio. Instome el cura para que a cenar le acompañase, y accedí gustoso por platicar con él, y prevenirme de cuantos datos y advertencias pudiera darme el buen señor referentes a su sobrino, cuya captura mi caballerosidad emprendía. ¡Triste de mí! Mientras cenábamos, los elogios que el clérigo hacía de mi resolución, del sacrificio momentáneo de mi felicidad, no disiparon las nieblas que envolvían mi alma. Apagado el entusiasmo que la presencia de mi mujer despertaba en mí, se me oscurecía la confianza, y un desconsuelo intensísimo se me posaba en el corazón. ¡Qué pena, qué amargura! Con Demetria sí que emprendería yo las más audaces aventuras y daría terribles batallas para destruir el mal humano: lejos de ella era cobarde, perezoso y egoísta. Pero ya no había más remedio que sostener la palabra y el papel, y afianzarme bien en mi pobre cabeza el yelmo de...
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