La Segunda Casaca : 22
La Segunda Casaca : 22 de Benito Pérez Galdós La pena y furor que yo sentía no dieron lugar por algún tiempo a la sorpresa que el encuentro inesperado de mi amigo debía producirme. El tío Mano, seguro de que no había peligro, encendió de nuevo la luz, y diciéndome algunas palabras festivas y tranquilizadoras, puso sus manos en la obra interrumpida. Estaba haciendo un ejército. Yo alcé la vista; contemplé la bóveda bajo la cual estaba, las macizas paredes, y me creí sepultado para siempre. Parecía que había caído sobre mi corazón una losa enorme. La Inquisición, o si se quiere la autoridad, ponía sobre mí su pie y me aplastaba como a un insecto. Una aflicción inmensa llenó mi alma, asemejándose a una irrupción de tinieblas que entraban en ella, ocupándola toda para nunca más salir. Yo no podía formar otra idea que esta. -¡Adiós carrera,...
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