La misión política
Es completamente cierto y constituye una realidad básica de toda la Historia – que no fundamentaremos aquí en detalle – que el resultado final de la actividad política, muchas veces y hasta directamente por regla general, se halla con su intención o sentido original en una relación completamente inadecuada y con frecuencia hasta paradójica. Pero no por ello puede faltar este sentido del servicio a una causa si es que la actividad ha de tener un sostén interno. El contenido de esta causa, a cuyo servicio el político conquista y ejerce el poder, es una cuestión de convicciones. Puede servir a fines nacionales o humanitarios, sociales y éticos o culturales, mundanos o religiosos; puede estar impulsada por una intensa fe en el “progreso” – sea cual fuere su sentido – o bien puede rechazar fríamente esta clase de fe; puede reivindicar que está al servicio de una “idea”, o bien, rechazando por principio esta pretensión, puede tener la intención de servir a los...
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