La mentira no contada
Ray Pearson y Hal Winters trabajaban como peones en una granja a tres millas al norte de Winesburg. Los sábados por la tarde iban a pasear en las calles del pueblo con otros campesinos. Ray era un hombre de unos cincuenta años, callado, un tanto nervioso, de barba oscura y hombros muy redondeados debido al trabajo excesivo y arduo. Su naturaleza contrastaba radicalmente con la de Hal Winters. Ray era muy serio y estaba casado con una mujer bajita de facciones afiladas y voz aguda. Tenían una media docena de hijos perniflacos y vivían en una casa de madera deteriorada junto al arroyo en el extremo posterior de la granja Wills, donde él trabajaba. Hal Winters, su compañero de empleo, era un tipo joven. No pertenecía a la familia de Ned Winters, gente muy respetable de Winesburg, sino que era uno de los tres hijos del anciano Windpeter Winters, propietario de un aserradero cerca de Unionville situado a seis millas de distancia, y a quien todos en Winesburg consideraban como un...
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