La lucha por la vida II: 034
none Pág. 034 de 121 La lucha por la vida II Primera parte Pío Baroja -¿No decías que te acostabas invariablemente a las nueve? -preguntó la baronesa. -Sí, aunque no siempre. ¿Hacemos una vaca, prima? -No me parece mal. Reunieron el dinero y ambos siguieron jugando. Horacio apuntaba según las órdenes de la baronesa. Tenían suerte y ganaban. Poco a poco se iba llenando el salón de un público abigarrado y extraño. Había dos aristócratas conocidos, un torero, militares. De pie se apretaban algunas señoras con sus hijas. Manuel vio a la Irene, la nieta de doña Violante, al lado de un señor viejo con el pelo engomado, que jugaba fuerte. Tenía los dedos llenos de sortijas de piedras grandes. Sentados en un diván hablaban cerca de Manuel un hombre viejo, de barba blanca, muy pálido y demacrado, con otro joven, lampiño, de aire aburrido. -¿Usted se retiró ya? -decía el joven. -Sí; me retiré porque no tenía dinero; si no, habría seguido jugando hasta...
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