La lucha por la vida I: 090
none Pág. 090 de 97 La lucha por la vida I Tercera parte Pío Baroja -¿Cómo no notará esa mujer -pensaba Manuel- que ese tipo no se quiere más que a sí mismo? En cambio, yo... Solía haber los domingos baile en una explanada próxima a la ronda de Segovia, y el señor Custodio, con su mujer, la Justa y su novio, iban allí. A Manuel le dejaban guardando la casa; pero algunas veces se escapó para ver el baile. Cuando vio a ¡ajusta bailando con el Carnicerín le dieron ganas de ahogarles a los dos. Luego el novio era de una petulancia extraordinaria; cuando bailaba se contoneaba y parecía que iba jaleándose y piropeándose a sí mismo y que guardaba en el ritmo del baile algo tan precioso, que un movimiento de abandono podría echarlo todo a perder. Ni aun para decir misa, lo hubiera hecho con tanta ceremonia. Como es natural, un conocimiento tan completo de la ciencia del baile, unido a la conciencia de su superioridad, daban al Carnicerín admirable aplomo. Era...
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