La lucha por la vida I: 088
none Pág. 088 de 97 La lucha por la vida I Tercera parte Pío Baroja -¿Y quién es el novio de la justa? -Cualquiera; yo creo que es el obispo de Madrid-Alcalá. El Conejo era hombre de aspecto muy inteligente; tenía la cara larga, la nariz corva, la frente ancha, los ojos pequeños y brillantes y una perilla rojiza y en punta como la de un chivo. Un tic especial, un movimiento convulsivo de la nariz agitaba su rostro de vez en cuando, y era lo que le daba más semejanza con un conejo. Reía tan pronto con carcajada nerviosa, metálica, sonora, como con risa sorda de polichinela. Miraba a la gente de arriba abajo y de abajo arriba, de manera insolente a fuerza de ser burlona, y para más sorna detenía su mirada en los botones del traje de su interlocutor, e iba danzando con la vista de la corbata al pantalón y de las botas al sombrero. Tenía especial empeño en vestir de un modo ridículo y le gustaba adornarse la gorra con vistosas plumas de gallo, andar con botas...
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