La lucha por la vida I: 006
none Pág. 006 de 97 La lucha por la vida I Primera parte Pío Baroja Había tomado el tren por la noche en el apeadero en donde su tío estaba de jefe. Al llegar a Almazán tuvo que esperar más de una hora a que saliera un mixto, dando paseos para hacer tiempo por las calles desiertas. A Manuel le pareció Almazán enorme, tristísimo; tenía el pueblo, vislumbrado en la oscuridad de una noche vagamente estrellada, la apariencia de grande y fantástica ciudad muerta. En las calles estrechas, de casas bajas, brillaba la luz eléctrica, pálida y mortecina; la espaciosa plaza con arcos estaba desierta; la torre de una iglesia se erguía en el cielo. Manuel bajó hacia el río. Desde el puente presentábase el pueblo aún más fantástico y misterioso; adivinábanse sobre una muralla las galerías de un palacio; algunas torres altas y negras se alzaban en medio del caserío confuso del pueblo; un trozo de luna resplandecía junto a la línea del horizonte, y el río,...
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