La fontana de oro : 11
La fontana de oro Capítulo X La primera batalla de Benito Pérez Galdós Lázaro era un poco retórico en la augusta cátedra del club democrático de Zaragoza. Parece que allí tenían buena acogida ciertas fórmulas del decir que nuestro joven había aprendido con su maestro de Humanidades de Tudela, varón docto de la escuela pura de Luzán. El joven tenía, sin embargo, el instinto de la elocuencia tribunicia seca, rotunda, incisiva, desnuda. La Fontana, por desgracia, en aquella ocasión, era enemiga declarada de la retórica, y más enemiga aún de las frases hechas, de los lugares comunes y de esos preámbulos oficiosos, neciamente corteses y en extremo fastidiosos de la oratoria académica. Lázaro tuvo la mala tentación (porque tentación del demonio fue sin duda) de empezar con aquello de su pequeñez en presencia de tantos grandes hombres, y lo escogido e ilustrado del auditorio, siguiendo después lo de su confusión y su necesidad de indulgencia, sus escasas...
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