La flor de las ruinas: 5

27/05/2024 1.586 Palabras

-¡Cristo crucificado! ¡Ellos son! -exclamó la joven, aterrada al oír los golpes. -¿Quiénes?... -preguntó Pedro. -¡Mis hermanos, los asesinos sin piedad, los verdugos sin misericordia! -respondió ella, alzando las manos con espanto. Los golpes redoblaron. -¿Qué hacer, Madre de piedad, qué hacer? -murmuró la infeliz, volviendo en torno suyo sus desatentados ojos como para buscar un medio de salvación, que era imposible. La mal pergeñada puerta cedió en este instante a un vigoroso empuje, y tres foragidos entraron en aquella estancia, mal alumbrada por un candil colgado en una de las salientes asperidades del descarnado muro. Despues de hacer a su hermana algunas cortas y brutales reconvenciones por su tardanza en abrirles, se dirigieron hacia Pedro, sin demostrar extrañeza por hallarle allí. Mas su hermana, precipitándose a su encuentro, escudó a su amante con su cuerpo, exclamando con vehemencia: -¡No, no le matareis sin atravesar antes mi pecho! Por única...

This website uses its own and third-party cookies in order to obtain statistical information based on the navigation data of our visitors. If you continue browsing, the acceptance of its use will be assumed, and in case of not accepting its installation you should visit the information section, where we explain how to remove or deny them.
OK | More info