La ética de la justificación
Por de pronto, liberémoslo de una falsificación completamente trivial. Porque, para empezar, la ética puede aparecer en un papel moralmente por demás fatal. Veamos algunos ejemplos. Pocas veces encontrarán ustedes a un hombre cuyo amor se ha apartado de una mujer para dirigirse a otra que no sienta la necesidad de auto-justificarse diciendo: “ella no merecía mi amor”, o bien “me ha decepcionado”, o cualquier otro “motivo” similar. Es una falta de caballerosidad que, ante el simple destino de la mujer que queda obligada a hacerse cargo de que él ya lo la quiere, en un gesto de profunda vileza se inventa una “legitimación” por medio de la cual se arroga un derecho y, encima de la desventura que le ocasiona a la mujer, todavía pretende atribuirle una injusticia. De la misma manera se comporta el competidor erótico exitoso: el adversario tenía que ser el menos valioso, de otro modo no hubiera sido derrotado. Y por supuesto, la situación no es diferente cuando...
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