La de Bringas: 30
XXX(La de Bringas) de Benito Pérez Galdós Lo que le valió un cariñoso estrujón y un beso de su papá querido. Y aquella noche, sintiéndola entrar en su cuarto, llamola y la sentó en sus rodillas. -¿Tu mamá...? -Está en la Saleta con la marquesa -replicó la niña, que hablaba con claridad y rapidez-. Me dijo que me viniera para acá. La marquesa estaba llorando porque estamos a 7. -Estamos a 7 -había dicho Milagros a la Pipaón, cruzando las manos y hecha una lástima-, ¡y si para el día 10 no he podido reunir...! A mí me va a dar un ataque cerebral... Usted no sabe cómo está mi cabeza. Se habían encerrado, y en la soledad de la habitación, sin luz, porque el amo de la casa era partidario frenético del oscurantismo en todas sus manifestaciones, la dolorida señora se explayaba y derrochaba a sus anchas el tesoro de su dolor, manifestándolo de mil modos con florida inspiración elegíaca... El día le era antipático. Gustaba de la noche para cebarse en la...
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