La de Bringas: 27
XXVII(La de Bringas) de Benito Pérez Galdós -¿No le preguntaste si se han casado? -dijo Rosalía a su esposo, cuando volvió apresuradamente al lado de él. -Tuve la palabra en la boca más de una vez para preguntárselo; pero no me atreví, por temor a que me dijese que no, y tomase yo un berrinchín. -He tenido que contenerme, para no ponerla en la calle -declaró la dama haciendo todo lo necesario para mostrarse poseída de un furor sacro, hijo legítimo del sentimiento de la dignidad-. Es osadía metérsenos aquí y venir con recados estúpidos de la buena pieza de su hermanita..., otra que tal. ¡Ni qué nos importa que Amparo se interese o no por nosotros!... Pues los sentimientos de Agustín también me hacen gracia... Una gente para quien el catecismo es como los pliegos de aleluyas... Yo estaba volada oyéndola. No sé cómo tú tenías paciencia para aguantar tal retahíla de mentiras y sandeces... Y ahora se sale con vender novedades..., ¡qué porquerías serán...
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