La de Bringas: 17
XVII(La de Bringas) de Benito Pérez Galdós Cuando la conversación recayó en estas filosofías, iban saliendo por la puerta de la Glorieta. Ya estaban descuajadas las famosas alamedas de castaños de Indias, quitada la verja y puestos a la venta los terrenos, operación que se llamó rasgo. Esta palabra fue muy funesta para la Monarquía, árbol a quien no le valió ser más antiguo que los castaños, porque también me le descuajaron e hicieron leña de él. Al pasar del Retiro a las calles, los paseantes recobraban su compostura. Iban delante los niños dándose las manos. Los mayores, a la vista de la población regular, cesaban en aquellas confidencias que parecían fruto sabroso de la amenidad campesina. Era como pasar de un país libre a otro donde todo es correcto y reglamentario. En su casa, cuando trabajaba en el Camón sola o con Emilia, la Bringas solía rumiar las expansiones de la mañana, añadiéndoles conceptillos que no se atrevían a traspasar las fronteras...
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