La corona de fuego: 59
La corona de fuego o los subterráneos de las torres de Altamira de José Pastor de la Roca Capítulo VI - En el cual se cambian los papeles Sigue la destrucción... de los furores De una terrible y dura providencia No le pondrán librar, no, sus rencores, Su saña criminal, su atroz violencia, Sus ardides traidores, Verdugo del candor y la inocencia. -No os detengáis, señor, poneos en salvo con los vuestros, porque acaso, si desprecias este aviso, seáis víctimas del general estrago que va a ocurrir en este teatro de mis furores y de la justicia misma que en vuestro nombre ejerzo. El rey, sorprendido en su distracción momentánea volvió la vista hacia el hombre que le dirigiera las precedentes palabras. Era Gonzalo. Traía en la mano una tea encendida. Al resplandor de aquella luz fatídica, aparecía aquel rostro descompuesto, cubierto de una palidez biliosa y cadavérica, y en cuyos ojos horriblemente exaltados revolvíase una fulgurante pupila. Su cabello erizado,...
Está viendo el 7% del contenido de este artículo.
Solicite el acceso a su biblioteca para poder consultar nuestros recursos electrónicos.
Ventajas de ser usuario registrado.
Acceso sin restricciones a todo el contenido de la obra.
Sólo información contrastada de prestigiosos sellos editoriales.
Contenidos de renombrados autores y actualizaciones diarias.
La nueva plataforma del Consorcio ofrece una experiencia de búsqueda de fácil manejo y de gran usabilidad. Contiene funciones únicas que permiten navegar y realizar consultas de manera ágil y dinámica.
Convenios especiales: Enseñanza Bibliotecas públicas