La corona de fuego: 23
La corona de fuego o los subterráneos de las torres de Altamira de José Pastor de la Roca Capítulo VI - A la descubierta Juguetona la brisa recorría La campiña esmaltada y olorosa Y una niebla confusa, vaporosa Las almenadas corres envolvía, Cual gasa de cristal, nácar y rosa. Amanecía ya. Así lo anunciaba el canto melancólico de la tórtola, monótono, lúgubre y sentido como el eco de un dolor sin consuelo. Las estrellas brillaban en un firmamento límpido, inundado de la haracada luz de los astros, y allá, en el Oriente, izaba la naciente aurora su pabellón de nacarada púrpura, como un penacho de fuego condensado. Lucifer, según llamaremos desde ahora a nuestro capitán de aventureros, recorría solo la hermosa campiña que separa la villa de Padrón de las Torres de Altamira, y parecía explorar con escrupulosa atención el terreno salvaje y solitario entonces, cuando las rondas volantes del señorío le dejaban libre de sus investigaciones. Iba armado, como...
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