La campaña del Maestrazgo : 16
La campaña del Maestrazgo : 16 de Benito Pérez Galdós -Sí, era tiempo... Yo me lo tenía muy bien merecido. Por poco no lo cuento, señor D. Beltrán. Me recogió el santero de una ermita que hay en Roquetas, y a su caridad y a la de su mujer debo la vida. No sé cuántos días me tuvieron en aquella cueva, debajo de la iglesia, donde había unos santos viejos tirados en el suelo, con las caras comidas de polilla, y toda la pintura y la estofa de sus trajes descascaradas por la humedad. Uno de ellos, que era por las trazas San Antonio de Padua, pero sin niño, pues este y las manos se le habían quemado en un fuego de los altares, se puso en pie una noche, y llegándose a mí, me habló... -¡Nelet!... -Le veía y le oía, Sr. D. Beltrán, como a usted le oigo y le veo. Díjome que Dios estaba muy enojado conmigo por mis grandes pecados, y que en castigo de haber yo perjudicado a tantas pobres...
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