La Barraca : 10
La barraca : X de Vicente Blasco Ibáñez Batiste perdió toda esperanza de vivir tranquilo en sus tierras. La huerta entera volvía a levantarse contra él. Otra vez tuvo que aislarse en la barraca con su familia, vivir en perpetuo vacío, como un apestado, como una fiera enjaulada a la que todos enseñaban el puño desde lejos. Su mujer le había contado al día siguiente cómo fué conducido a su barraca el herido valentón. El mismo, desde su vivienda, había oído los gritos y las amenazas de toda la gente que acompañaba, solícita, al magullado Pimentó... Una verdadera manifestación. Las mujeres, sabedoras de lo ocurrido gracias a la pasmosa rapidez con que en la huerta se transmiten las noticias, salían al camino para ver de cerca al bravo marido de Pepeta y compadecerlo como a un héroe sacrificado por el interés de todos. Las mismas que horas antes hablaban pestes de él, escandalizadas por su apuesta de borracho, lo compadecían, se enteraban de si su herida...
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