La altísima: 19
Capítulo VI 19 Pág. 19 de 21 La altísima- Tercera parte Felipe Trigo Volvió otra noche á las tres ó cuatro; y otra, á las dos ó tres; y luego siempre. Si Víctor salía, irritado de esperarla, porque habría alargado el banquero su visita, la encontraba en la cama, dormida, á la hora de acabarse los teatros. Pero habían tornado los días buenos, en que el viejo madrugador solía entrar á saludarla, regresando de la Moncloa, y ya dos mañanas hubo de venir á la calle de Olézaga, con toda prisa, doña Paz -dueña de la casa de Adria, y á quien ésta se vio en la precisión de confesarse -para avisarla que... «¡por Dios... ¡que estaba el otro... que habíala disculpado con que se fué la señorita á misa... y que permanecía aguardándola!» -Adria se vestía á escape y partía en el mismo coche que había traído la complacientísima señora. Al tercer aviso de éstos, menos apremiante, porque reducíase á prevenir que «el otro» había quedado en...
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