La altísima: 18

Capítulo V 18 Pág. 18 de 21 La altísima- Tercera parte Felipe Trigo Habría querido una hamaca para escuchar el concierto. La tarde, fría, horrible fuera -hecha tibia noche en el teatro... en el mismo donde Adria hubiera debido consumar su redención. La orquesta sonaba los rodares desdeñosos de histérica testarudez volteante de un minueto de Bach. El pensamiento, el corazón del desolado rodaban asimismo testarudos los temas de cruel monotonía de su arrancamiento de Adria, al ritmo del minueto. Sentía que la había perdido, con esa vaga y profusa evidencia orgánica que no engaña, que se encuentra por encima de toda optimista reflexión y por encima de los hechos. ¿Qué importaba que aún la viese alguna vez, furtiva allí y llorosa, como extraña, en el que había sido y no volvería á ser hogar dichoso de los dos?... ¡Tan otra! ¡Tan otra!... El viejo amo egoísta, por cálculo ó por bajo instinto de ex tendero, queríala en la modestia de artesanita...

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