La altísima: 17

Capítulo IV 17 Pág. 17 de 21 La altísima- Tercera parte Felipe Trigo La lección de vida habíale dejado á Adria amortiguados sus detalles repugnantes bajo la impresión desolada de la muerte y la crueldad; pero produciéndole un rarísimo efecto de ansia de aturdimiento, en su propensión de niña, al contagio de las despreocupaciones de Víctor. Mas persuadida por una parte de su insignificancia en el mundo, y totalmente convencida de que sólo para el amante tenía un valor, contemplábase á sí propia, no sin asombro, como descentrada, como un ser aislado y extraño, como una mujer toda aparte y sin filiación posible ni relación alguna con las demás mujeres: ni honrada ni prostituta, ni baronesa, era menos y era más al mismo tiempo que las honradas que no tendrían nunca en sus castillos de virtud un tesoro de amor franco; que las baronesas á cuyos lujos y trenes no cedía en su mundano bienestar; que las prostitutas á cuyo libertinaje le ganaba en...

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