La altísima: 11

Capítulo II 11 Pág. 11 de 21 La altísima- Segunda parte Felipe Trigo «Hombre ó demonio ó Dios, ó lo que seas, te ofrecí no vernos, y no lo puedo cumplir. No he dormido anoche. No dormiría esta noche. Y no sé si te aborrezco. Me atormentaste, me retorciste el corazón, me llenaste de amores é injurias la vida y el alma; y en mi esfuerzo de ocultártelo ¡bien inútil, ya lo sé, porque tú sonríes como los diablos! te juro que sufrí como jamás.» «Me torturaste, y quiero ir esta noche á tu casa á destrozar tu sonrisa con mis labios, con mi carne, con mi alma y con mis dientes. Hasta la noche. Espérame.» Esperándola, con la indeterminación de la hora, al fuego los pies y la vista fija en esta carta, que lanzó, después de releerla, á la butaca contigua, se preguntaba Víctor: «¿Tendrá, pues, corazón?» «¿Tendrá algún talento» Enfrente de la chimenea, sobre cuya repisa tapizada de felpa musgo había dos toros de bronce peleándose, unidos...

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