Introducción Federico García Lorca
Introducción «SI muero, dejad el balcón abierto…» para ver desde el más allá las cosas buenas, las cosas sencillas, las cosas cotidianas: las estrellas, las flores, las piedras, los niños que juegan, la luna, los pobres, la alegría y el miedo, los pájaros, las gacelas, la sangre roja y la amistad blanca, las olas, los lagartos, la muerte hermana… Que nadie cierre los postigos. Hubo violencia, encono, estupidez en su muerte, pero quedó el balcón abierto, una ventana por la que, a pesar de los intentos varios y persistentes por entornar los postigos o echar las persianas, siguió entrando a raudales el aliento fresco, puro, juvenil y vitalista de la poesía y del teatro, de la verdad hecha metáfora y de la ficción hecha mensaje, de aquel lorca que vivió presintiendo la muerte y murió estúpidamente un día de agosto, al alba, cuando los españoles se hallaban prendidos en la red de una guerra civil que tantos han querido explicar y que nadie ha sabido justificar...
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