Fortunata y Jacinta: 1.05.02
IIParte Primera (Capitulo V) de Benito Pérez Galdós -Un huevo crudo... ¡qué asco! -exclamó Jacinta escupiendo una salivita-. ¿Qué se puede esperar de quien se enamora de una mujer que come huevos crudos?... -Hablando aquí con imparcialidad, te diré que era guapa. ¿Te enfadas? -¡Qué me voy a enfadar, hombre! Sigue... Se comía el huevo, y te ofrecía y tú participaste... -No, aquel día no hubo nada. Volví al siguiente y me la encontré otra vez. -Vamos, que le caíste en gracia y te estaba esperando. No quería el Delfín ser muy explícito, y contaba a grandes rasgos, suavizando asperezas y pasando como sobre ascuas por los pasajes de peligro. Pero Jacinta tenía un arte instintivo para el manejo del gancho, y sacaba siempre algo de lo que quería saber. Allí salió a relucir parte de lo que Barbarita inútilmente intentó averiguar... ¿Quién era la del huevo?... Pues una chica huérfana que vivía con su tía, la cual era huevera y pollera en la Cava de San...
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