España trágica : 20
España trágica : 20 de Benito Pérez Galdós Halconero se puso en pie y cubrió la luz mustia que alumbraba el departamento. En tono familiar, desvanecido ya o disimulado su enojo, dijo: «Caballeros, llegó la hora del silencio. Las señoras quieren descansar». Refunfuñó Paúl, estirando su gorra hasta taparse los ojos; los demás callaron, y Sebo se atusó los espesos bigotes, tomando un aire ceremonioso ante la majestad del sueño. Cambió Halconero de sitio con su madre, para que esta tuviese mayor lugar de descanso. Fabiana Jaime quedó entre Vicente y el clérigo, que era joven, bien parecido y de lucida estatura. Aunque este personaje viene a empalmar en la presente historia como un bulto durmiente, justo es que el narrador le consagre alguna referencia, diciendo que al tomar el tren en Burgos traía en el cuerpo cinco horas de coche desde Salas de los Infantes, y que la noche anterior no había...
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