En la sangre:VIII
En la sangre - Capítulo VIII de Eugenio Cambaceres Apresurándose a seguir los consejos de su abogado, temprano en la mañana siguiente, hizo la viuda levantar a su hijo de la cama, diole a vestir el mejor de sus trajes, la ropa que había comprado éste el día del entierro del padre. Ella misma sacó su velo nuevo, su vestido de ir a misa -un vestido de seda negro con volados- y, prontos ambos, salieron a la calle, dirigiéronse hacia el centro. Abstraída la madre, reflexiva, perdida en sus desvaríos, mecida por la dulce voz de su esperanza. Imaginábaselo grande a su Genaro, hombre ya, prestigiado su nombre con el título de doctor. Los doctores eran todo en América, Jueces, Diputados, Ministros... ¡por qué, debido a la sola fuerza de su saber y su talento, no podría llegar a serlo él también, a ser Ministro, Gobernador y acaso hasta Presidente de Buenos Aires, que le habían dicho que era como rey en Italia... su hijo un rey! O bien médico, un gran médico que...
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