En la carrera: 18
Capítulo II 18 Pág. 18 de 21 En la carrera- Tercera parte Felipe Trigo En el gabinete había un retrato de la tita en negro marco oval. Único recuerdo salvado por Antonia y lo único que ligábala con un pasado entre el cual y el presente se tendía la imposible voluntad de olvido. Cuando a Esteban le llegaban cartas de su casa, el sobre, el sello de Badajoz, la crispaban. Evocación de la ciudad de orden y de luz que fue infierno para ella. Habíansele muerto allí su madre, su familia, su pureza, su nombre. Tuvo una gran compasión muy triste hacia todas estas cosas muertas, mientras creyó, durante un año, por irónico consuelo, que la histérica inconsciencia de su madre la arrastró, como a ella misma, al desprecio y al oprobio. El clavo de la pena barrenábala con su áspera punta a la idea de las pobres hermanas deshonradas. Clarita, de once años; Herminia, Laura, Marina..., de siete, de cuatro, de dos. Inocentes que habrían de ir sabiendo su pública...
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