El sombrero de tres picos: 32
XXXII: La fe mueve las montañas 32 Pág. 32 de 36 El sombrero de tres picos none -Tengan Vds muy buenas noches -pronunció el recién llegado, quitándose el sombrero de tres picos, y hablando con la boca sumida, como solía D. Eugenio de Zúñiga. En seguida se adelantó por el salón, balanceándose en todos los sentidos, y fue a besar la mano de la Corregidora. Todos se quedaron estupefactos. El parecido del tío Lucas con el verdadero Corregidor era maravilloso. Así es que la servidumbre, y hasta el mismo Sr. Juan López, no pudieron contener una carcajada. D. Eugenio sintió aquel nuevo agravio, y se lanzó sobre el tío Lucas como un basilisco. Pero la señá Frasquita metió el montante, apartando al Corregidor con el brazo de marras, y Su Señoría, en evitación de otra voltereta y del consiguiente ludibrio, se dejó atropellar sin decir oxte ni moxte. Estaba visto que aquella mujer había nacido para domadora del pobre viejo. El tío Lucas se puso más...
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