El Señor de Bembibre:30
El Señor de Bembibre Capítulo XXX de Enrique Gil y Carrasco En tanto que esto pasaba en Villabuena seguían los tratos en Cornatel entre Saldaña y el señor de Arganza, con esperanzas cada día mayores de un amigable y caballeroso arreglo. Las noticias, que desde antes de la muerte del conde de Lemus sin interrupción se sucedían, iban dando en tierra poco a poco con el aéreo castillo de las esperanzas de aquel viejo entusiasta y valeroso. Al cabo de tantos sueños de gloria y de grandeza, la mano de la realidad le mostraba en perspectiva no muy lejana, la ruina inevitable de su orden que el cielo abandonaba en sus altos juicios, después de haberla adornado como a un rápido meteoro de rayos y resplandores semejantes a los del sol. No bien se habían retirado los enemigos después de la muerte de su capitán, pasó Saldaña al aposento donde por orden suya habían cerrado a don Álvaro. Conociendo su carácter impetuoso y violento, entró decidido a sufrir todas las...
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