El rey de las praderas: 4

El rey de las praderas de Vicente Blasco Ibáñez Capítulo IV Mina se consideró la mujer más feliz de la tierra. El escándalo de unas amigas y los comentarios burlones de las otras fueron para ella un motivo de orgullo. —¡Envidiosas!... ¡De qué buena gana me quitarían mi «rey de las praderas»! Gould era aún más dichoso. Los millones de su esposa suponían poco en esta felicidad. Él ganaba miles de dólares por semana.... Pero le enorgullecía haberse casado, siendo un simple cómico, con la hija única de Craven, llamado en vida «el Cristóbal Colón del petróleo». Un gran contento físico vino á confundirse, además, con este amor admirativo. Gould estaba harto de sus compañeras de trabajo. Un convencionalismo de la cinematografía americana, inventado no se sabe por quién, exige que todos los actores sean grandes, y las artistas, liliputienses. Lionel, que admiraba las hembras de su talla, tenía que trabajar con muñecas que apenas le pasaban del codo,...

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