El rey de las praderas: 2

El rey de las praderas de Vicente Blasco Ibáñez Capítulo II El viejo Foster, que nunca tenía bastantes horas para los negocios, aprobó con alegre laconismo los propósitos de la hija de su amigo. Su cargo de tutor le había proporcionado muchas inquietudes, y celebraba librarse de Mina por algún tiempo. Luego de salir de la Universidad, la joven había desaparecido, con gran espanto de Foster, que creyó en un secuestro ó un asesinato. Transcurrieron dos meses, y antes de que la policía hubiese averiguado su paradero, se presentó Mina tranquilamente en el despacho de su tutor. Quería conocer la vida de cerca, tal como es, y para esto había huído á Chicago, viviendo como una obrera. Pero las crueldades de la realidad le hicieron arrepentirse muy pronto de esta escapatoria, sugerida por ciertas lecturas, y volvió en busca de su tutor y de las comodidades que corresponden á una muchacha millonaria. Una dama vieja y pobre fué la encargada por Foster de acompañar á...

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