El retrato de Dorian Gray : 18
El retrato de Dorian GrayCapítulo 18 de Oscar Wilde Al día siguiente Dorian Gray no salió de la casa y, de hecho, pasó la mayor parte del tiempo en su habitación, presa de un loco miedo a morir y, sin embargo, indiferente a la vida. El convencimiento de ser perseguido, de que se le tendían trampas, de estar acorralado, empezaba a dominarlo. Si el viento agitaba ligeramente los tapices, se echaba a temblar. Las hojas secas arrojadas contra las vidrieras le parecían la imagen de sus resoluciones abandonadas y de sus vanos remordimientos. Cuando cerraba los ojos, veía de nuevo el rostro del marinero mirando a través del cristal empañado por la niebla, y creía sentir una vez más cómo el horror le oprimía el corazón. Aunque quizás sólo su imaginación hubiera hecho surgir la venganza de la noche, colocando ante sus ojos las formas horribles del castigo. La vida real era caótica, pero la imaginación seguía una lógica terrible. La imaginación enviaba al...
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