El médico rural: 06
Capítulo VI 06 Pág. 06 de 28 El médico rural- Primera parte Felipe Trigo A principios de noviembre seguía haciendo un calor como en agosto. Los aldeanos, ya bien acabados sus trabajos de las viñas y el acarreo de estiércol a las tierras, vagaban en una desesperación de ocio, para cuyo alivio últimamente no contaban con las fiestas de embriaguez tan de su agrado. Se habían bebido el vino. Sólo unos cuantos contumaces, que disponían de crédito o dinero, continuaban escanciándolo y jugando al mus en la taberna. Unos íbanse por leña, con sus burros. Otros de caza, para cansarse de andar estérilmente, porque estaba cogido por grandes cotos el término rural, y en las viñas y barbechos juntábanse más hombres que liebres y perdices. La mayor parte, al anochecer, acudían con el señor Porras al cerrillo del Cementerio, y contemplaban el cielo augustiadamente. Siempre azul. El aire inmóvil. El sol poníase en doradas agonías de su propia luz, sin una...
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