El clavo :7
- VII -Primeras diligencias Mi amigo Zarco era un modelo de jueces. Recto, infatigable, aficionado, tanto como obligado, a la administración de justicia, vio en aquel asunto un campo vastísimo en que emplear toda su inteligencia, todo su celo, todo su fanatismo (perdonad la palabra) por el cumplimiento de la ley. Inmediatamente hizo buscar a un escribano, y dio principio al proceso. Después de extendido testimonio de aquel hallazgo, llamó al enterrador. El lúgubre personaje se presentó ante la ley pálido y tembloroso. ¡A la verdad, entre aquellos dos hombres, cualquier escena tenía que ser horrible! Recuerdo literalmente su diálogo: El juez.- ¿De quién puede ser esta calavera? El sepulturero.- ¿Dónde la ha encontrado vuestra señoría? El juez.- En este mismo sitio. El sepulturero.- Pues entonces pertenece a un cadáver que, por estar ya algo pasado, desenterré ayer para sepultar a una vieja que murió anteanoche. El juez.- ¿Y por qué exhumó usted ese cadáver y...
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