El amigo Manso: 27
El amigo Manso Capítulo XXVII de Benito Pérez Galdós Capítulo XXVII - La de Irene domina a las otras tres O, por lo menos, fue la que más claramente vi. Cuando principié, con voz no muy segura, me hacía visajes en los ojos el decorado pseudo-morisco de los palcos: la puntería de gemelos, así como el movimiento de tanto abanico me distraían. En uno de los proscenios bajos había una bendita señora cuyo abanico, de colosal tamaño, se cerraba y se abría a cada momento con rasgueo impertinente. Parecía que me subrayaba algunas frases o que se reía de mí con carcajadas de trapo. ¡Maldito comentario! En el momento de concluir una frase, cuando yo la soltaba redonda y bien cortada, sonaba aquel ras que me ponía los nervios como alambres... Pero no había más remedio que tener paciencia y seguir adelante, porque yo no podía decirle a aquella dama, como a un alumno de mi clase, «haga usted el favor de no enredar...». Y seguí, seguí. Un miembro tras otro, frase...
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